miércoles, 18 de junio de 2008

¿Ganó Bielsa?

Que nunca cruzó la cordillera. Esa pareciera ser la idea que Marcelo Bielsa tiene.
Y es que los constantes enfrentamientos con la prensa de nuestro país, han demostrado que el seleccionador argentino pretende que la dinámica periodística en Chile funcione al igual que en su nación.
Desde su llegada, Bielsa ha implementado nuevos sistemas, y no me refiero a la actividad futbolística, sino que a la forma en que los jugadores del representativo nacional – y el cuerpo técnico – han afrontado a los medios.
Y es que tiene razón Bielsa. Las anteriores selecciones nacionales presentaban un ‘despelote’ que nadie parecía comprender lo que sucedía en las huestes rojas; tanto así que las máximas autoridades del balompié nacional decidieron expulsar al entrenador más exitoso en la historia de nuestro fútbol; a Nelson Acosta.
Luego de las derrotas contra Argentina, y más aún contra los paraguayos (de local), parecieron surgir las primeras críticas hacia los planteamientos propiamente tácticos del rosarino. Los jugadores citados, la formación empleada, la carencia de referentes. Luego del triunfo ante Bolivia en La Paz, todas las dudas parecieron aplacarse. Los resultadistas de siempre dedican litros de tinta y metros de película a alabar el desempeño de los chilenos en el Hernando Siles. La semana pasada, nadie creía que jugadores como Bensejour, Carmona o Jara estuvieran listos para representar a Chile en un proceso clasificatorio para una Copa del Mundo. Personalmente, yo no lo creo.
En un prestigioso matutino santiaguino, un reconocido periodista titula su columna con una frase que llamó mi atención poderosamente, “Ganó Bielsa”. La pregunta que surge entonces es simple. ¿A quién le ganó Bielsa? La respuesta común sería “a Bolivia pues”, pero me parece que no es para allá hacia donde va el asunto. Pareciera que la respuesta mas acertada sería decir que le dobló la mano a todos quienes no creyeron en que Chile pudiera triunfar en el altiplano.
Al igual que el colega de El Mercurio, muchos periodistas y aficionados se han mostrado ilusionados luego del cotejo del domingo.
Pareciera que se les olvidan ciertos datos, que por más anecdóticos que puedan resultar, algo reflejan. Chile es el país sudamericano con mejor rendimiento en Bolivia (¡sobre Argentina y Brasil!). Erwin “Platini” Sanchez es más que resistido a cargo del conjunto verde y por último, ¡Es Bolivia nomás!
¿A qué voy con esto? A la actitud pasiva que la crítica tiene para con el entrenador nacional. ¡Si parecemos niñitos pobres mirando todo cuanto hace don Marcelo! Cuando Nelson Acosta estaba al mando del seleccionado, actitudes como las actuales hubieran ido imperdonables. En Argentina, jamás hubieran aceptado que el DT no hable, no de explicaciones o entregue la formación titular una hora antes del partido.
Muchos medios no pueden informar al hincha sobre las concentraciones, entrenamientos u otros elementos que para el verdadero fanático del fútbol resultan interesantes.
Pero seamos juntos con la forma de trabajar del trasandino. Durante mucho tiempo, mucha gente viene criticando el desorden reinante en la escuadra roja; punto para el estratega, que no ha dudado en dejar fuera de las convocatorias a jugadores considerados como fundamentales por la prensa nacional (Vidal, Isla, Jiménez).
La selección es de y para los chilenos, los mismos que tienen derecho a sentirse parte del proceso, pero para esto, deben acatar las condiciones que se proponen.
En resumen, lo de Bolivia fue positivo porque se ganó. Por nada más. Chile no demostró garra, buen fútbol ni mucho menos jerarquía ante un rival sin pergaminos (y que además pasa por un pésimo momento). Habrá que ver que pasa ante Venezuela.

El precio de éxito

Cuando Harold Mayne Nicholls asumió la dirección de la ANFP, fue un alivio para aquellos que buscaban una gestión transparente y proba. El ex funcionario de FIFA y periodista, prometió cambiar, de una vez por todas, la mala gestión que Reinaldo Sanchez había llevado a cabo, pero nadie sabía qué costo tendría el beneficio de tener un nuevo mandamás en las oficinas ubicadas en Quilín.
Uno de los beneficios inmediatos, fue la determinación de la selección técnica nacional. Si bien el primer DT elegido para guiar a la selección chilena a Sudáfrica fue Nelson Acosta, al primer escándalo (Puerto Ordaz, 2007) el uruguayo debió salir por la puerta de atrás. Llegaba Marcelo Bielsa.
Y acaso para justificar el sueldo del rosarino, fue que la autoridad del balompié nacional decidió incrementar el valor de las entradas a los cotejos del combinado chileno.
Atrás quedaron los tiempos cuando la selección era un espectáculo para toda la familia. Para la Copa América 1991, realizada en nuestro país, la galería costaba dos mil pesos, para la final de la Copa Libertadores, el mismo año, la tribuna costaba tres mil pesos. Para versiones posteriores de la misma copa, la valor de los tickets fluctuaba entre los 3 y 5 mil pesos. Si se quería ir a apoyar a la selección chilena al Estadio Nacional, solo era necesario desembolsar cinco mil pesos, en ocasiones con el popular “gancho”.
Todos podían asistir, lo que era bastante positivo.
Un dato que vale la pena recordar. Chile tiene la mejor asistencia de público como local, superando largamente a Brasil, Uruguay o Argentina. Punto para los hinchas.
Y es que ver a la selección se ha convertido en un espectáculo caro. Los nueve mil pesos que se deben cancelar en las boleterías del Nacional están fuera del alcance de muchos hinchas.
Distinto sería, quizás, si supiéramos donde van a dar los recursos generados por lo que se cancela por las entradas. Y que por favor no digan que se gasta todo “en Bielsa”. Es sabido, que solo por conceptos publicitarios, la dirigencia nacional podría pagarle a tres entrenadores más, que ganen lo mismo que Bielsa.
No se ven mejoras en Juan Pinto Durán (la única remodelación fue una espantosa malla verde para “esconder” los entrenamientos). Tampoco s ve inversión en el Estadio Nacional (siguen siendo las mismas tablas de hace varios años).
Entonces la pregunta que se genera es bastante simple ¿Estamos dispuestos a asumir un costo económico en función de ‘lograr mejores resultados’? (como se ha pretendido mostrar).
Y es que no tenemos otra opción, estimados lectores, que desembolsar dinero para ver a la selección. Para ingresar al estadio o para verlo por la señal del Canal del Fútbol (la transmisión de Canal 13 deja bastante que desear).
Lo importante es seguir alentando a ‘La Roja’, porque barata o cara, es de todos.

lunes, 9 de junio de 2008

Holanda levanta su candidatura


Holanda fue una naranja amarga para el campeón mundial. La exquisitez de su juego le permitió dejar fuera de combate a Italia (3-0), con dos tantos de los madridistas Ruud van Nistelrooy -éste en fuera de juego- y Wesley Sneijder y el tercero del ex barcelonista Gio van Bronckhorst.

Fue una anécdota que el tanto que abrió el marcador fuera en un claro fuera de juego, porque Holanda se encontró a gusto ante los italianos. Bordaron el fútbol los holandeses y desarbolaron a los transalpinos en el mejor partido de lo que llevamos del torneo.

Treinta años después, la exquisita Holanda se tomó la revancha. Tres décadas hacía que los 'oranje' no ganaban un partido a los italianos, desde el Mundial del 78, desde los tiempos del "fútbol total" de Rinus Michels, ese fútbol que según Marco van Basten ha muerto, una afirmación que se podría poner en entredicho después de la demostración ofrecida hoy por los holandeses.

El partido, a priori un duelo de equipos con estilos cambiados, fue un monólogo del equipo de Van Basten, que dominó el partido con sus armas de siempre: toque, desmarque y remate.

Le bastó a Holanda que conectaran su pareja de mediocampistas creativos (Rafael van der Vaart y Wesley Sneijder), que apareciera Ruud van Nistelrooy y que intervinieran menos su pareja de destructores (Engelaar y de Jong) para que todo fuera como la seda.

Y eso que Italia empezó bien. Sustentada en la creatividad de Andrea Pirlo, agarrado al desborde de Antonio di Natale, los campeones del Mundo parecían fuertes, pero fue un espejismo.

Buscando en los balones largos a Luca Toni, bien marcado por Andre Ooijer que fue desplazado desde el lateral al eje central, los transalpinos se quedaron prácticamente sin argumentos cuando entraron en juego los holandeses.

Los madridistas Sneijder y Van Nistelrooy siempre dieron sensación de peligro cada vez que tocaban el balón. El centrocampista probó a Buffon por primera vez en el minuto 11, pero van Nistelrooy no estuvo hábil en una jugada de las que no perdona en el minuto 18.

Después de regatear al meta italiano, que le había desequilibrado por un momento, el nueve holandés no supo si caerse o seguir la jugada, una décima de duda y la ocasión se perdió, una oportunidad magnífica si, seguramente, hubiera optado por la primera idea.

El primer tanto holandés, en fuera de juego

Materazzi, con un remate en propia puerta, puso de los nervios a los 'tiffosi', que hoy eran minoría en el Wankkdorf, y en la siguiente jugada la polémica. Van der Vaart colgó un balón sobre el segundo palo, Buffon lo sacó, Mathijsen tocó sobre Van Bronckhorst y Van Nistelrooy remachó en claro fuera de juego (1-0, m.25).

Para escarnio del equipo italiano y de sus seguidores, la jugada fue repetida en los videomarcadores del estadio ante la sonora protesta de los azules.

A pesar de que el 1-0 llegó en fuera de juego, el dominio de los holandeses era ya incontestable. Su fútbol fluido no tenía respuesta en el otro lado y la jugada que supuso el 2-0 fue el resumen de lo que hoy regaló Holanda.

Un pase en profundidad en un contragolpe de Van der Vaart sobre Van Bronckhorst, un pase a la banda contraria sobre Kuyt, una asistencia de primeras con la cabeza del delantero del Liverpool y un remate llegando desde atrás de Sneijder en el primer palo. Una jugada de videoconsola para el 2-0.

Sólo Di Natale, el mejor de su equipo, dio señales de vida en dos remates. El primero lo salvó Van der Sar (m.33), el segundo salió muy desviado.

Aún tuvo tiempo Van Nistelrooy de dejar sentenciado el partido antes del descanso, pero esta vez en el mano a mano, Buffon estuvo más listo (m.43).

Los italianos rondaron el 2-1... y encajaron el tercero

Se supo Holanda ganadora del partido y plegó velas. Lo intentó Italia. Donadoni cerró la vía de agua en el eje de la defensa, mandando a Materazzi al banquillo y poniendo a Grosso, le intentó dar más consistencia, primero con Alessandro del Piero y después con Antonio Cassano, pero fue inútil.

Cuando Italia apretó, ahí estaba el gigantesco Orlando Engelaar para desplegar sus 196 centímetros por tierra y aire. El jugador del Twente fue una muralla insuperable. Gattuso perdió la compostura, Pirlo había rato que había extraviado la brújula.

Y cuando los italianos se fueron hacia adelante a la desesperada, Holanda le pagó con las armas que más prefieren los de Donadoni: contras letales apoyadas en la velocidad de sus centrocampistas y sus puntas, cuchillos letales que acababan con la resistencia de la desarbolada defensa de los campeones mundiales.

En un contragolpe, Kuyt centró desde la derecha y Van Bronckhorst, que había estado presente decisivamente en el primero y el segundo gol, redondeó una magnífica actuación con el 3-0 en el minuto 79.

Holanda pudo golear en un final de locura, con un fútbol de ensueño, pero se dio por satisfecha con una goleada ante el campeón mundial, algo de lo que no se puede presumir cada día. 30 años después, los holandeses se tomaron la revancha

Francia no pudo con Rumania


En la apertura del 'grupo de la muerte', Francia se pegó un tiro en el pie ante una selección de corte plano como Rumania, que no se sintió destemplada en ningún momento ante los subcampeones mundiales. A los rumanos les bastó con un poco de tesón para frenar a su afamado adversario, que jugó al paso y, encima, terminó fundido, tutelado por su rival. A Francia le faltaron argumentos futbolísticos y físicos, como si buena parte de sus eternos gladiadores ya estuvieran empachados de fútbol y quienes se acunan tras ellos aún no se atrevieran a coger el testigo. En esta vieja Francia no ha habido mutación alguna y, por ahora, la transición no parece fluida.
Tal es la militarizada escala gradual que maneja Raymond Domènech, su técnico, que Benzema, la nueva veta francesa, le quita el tajo a Anelka, aquel supuesto proyecto de estrella más reputado entre el círculo de intermediarios que le pasean por las gerencias que por su huella futbolística. Con Benzema de chico de los recados, Ribéry fue el único agitador de Francia, que mantiene las mismas arterias que hace una década, pero sin Zidane, un vacío irremediable para cualquier selección. Esta generación se ha perpetuado con honores y ha logrado la mejor cosecha de la historia del fútbol francés y no es sencillo su pase a la reserva.
El oficio queda, le falta la energía de antaño. Sus laterales (Sagnol y Abidal) no reman, los centrales (Thuram y Gallas) son demasiado rígidos y Toulalan, en el eje, aún no pesa lo que Makelele, que no tiene edad y poco que importa. Demasiado lastre para superar a la teórica cenicienta del grupo, Rumania, que se sostuvo en el encuentro sin grandes alardes: una defensa bien aliñada y a la espera de que irrumpieran Chivu, el pastor del medio campo, y Mutu, el mazo del equipo. Sin herederos de Hagi, Victor Piturca, el seleccionador, ha logrado que el equipo se sacuda viejos vicios. Rumania ya no tiene la gracia de aquel irreverente y espontáneo grupo del Mundial de 1994, pero a cambio no es tan anárquica. Salvo sus dos sobresalientes, el resto sabe cuál es su peaje. Suficiente para complicar la vida al subcampeón del mundo, al que cada minuto se le hizo extenuante. No fue extraño ver cómo la numerosísima hinchada rumana celebró el empate con alborozo en medio de la chifla de los franceses con su paquidérmico equipo.
Nadie simbolizó la decadencia francesa durante el choque como Anelka, autor de otro de esos partidos mentirosos que tanto le delatan. Instalado como presunto ariete, sus compañeros, como si no le conociesen, le buscaron de entrada y ni siquiera le encontraron cuando el chico aún tenía ganas de algún plano. Luego, mediado el primer capítulo, ya no hubo forma. Anelka ya era Anelka, el displicente Anelka de siempre, ese jugador de paso por aquí y por allá, de juego resacoso y funcionarial. Varios metros por detrás, Benzema se alejó del área para ejercer de aguador del ex madridista. Con el gol fuera de foco, el nuevo mesías del Lyón apenas dejó huellas antes de ser sustituido por Nasri, que aportó tan poco como Gomis, que entró en auxilio de Anelka. Para entonces, Francia, con un ritmo empachoso de principio a fin, ya estaba rendida, sin chispa y sofocada. El cuadro de Domènech no sólo fue incapaz de aumentar el voltaje, no pudo sostener su cansino ritmo. Nada hizo al respecto Rumania, a la que el tedio le hacía tirar fuegos artificiales, con Lobont, su guardameta, sin rasguños, salvo un remate desviado de Malouda y un disparo centrado de Benzema.
Cada cambio de tuerca del seleccionador francés empeoró las cosas para su equipo, que no sufrió mayor desgarro por la complacencia rumana, una selección dispuesta a negociar cada punto en este grupo tan rutilante. Quizá por ello Rumania apenas consiente un par de jugadores por delante de la pelota. No lo hizo antes ni después de que Francia se pusiera en evidencia. Domènech, si su credo se lo permite, puede que tenga que adelantar la revolución pendiente.

La maldición de Federer es española


El manacorí se mostró infalible y más contundente que en las dos previas finales contra el mismo rival. En sólo 108 minutos, destrozó el sueño del basilense e igualó el récord de cuatro victorias consecutivas de Björn Borg.
Rafael Nadal fue irresistible y exhibió en la pista principal Philippe Chatrier el mejor tenis sobre tierra batida en lo que va de año.
Destruyó al número uno y ganó su cuarto Abierto de Francia consecutivo, igualando el récord del sueco Björn Borg, que le entregó el trofeo. El tenista nórdico dominó el torneo de París entre 1978 y 1981.
"He jugado un partido perfecto", reconoció Nadal al recibir el premio. "Quiero felicitar a Roger por su actitud ejemplar siempre, cuando gana y cuando pierde".
El tenista español reiteró su gratitud y complacencia ante su contrincante cuando elogió la "actitud respetuosa y ejemplar" y el "comportamiento impecable" de Federer. Además, se mostró muy agradecido por el cariño que el público francés le brindó durante el torneo.
Nadal ya es tetracampeón
Ante los medios de comunicación, Federer se había mostrado optimista ante la tercera cita final contra el invicto 'rey de París'. Pero este domingo cometió varios errores que el mallorquín supo aprovechar enseguida. Nadal se hizo con el primer set en tan sólo 32 minutos.
El número dos del tenis mundial fue impecable en defensa y presionó con éxito sobre el reverso de Federer, que de nuevo fracasó en su intento de buscar un remedio a la derecha potente del zurdo español.
El suizo jugó con más agresividad en la segunda manga. Consiguió un punto de break e igualó a 3-3, pero Nadal no le dejó ir más lejos. El desafortunado Federer, que ya había mostrado ciertas debilidades en la semifinal contra la revelación del torneo, el francés Gaël Monfils, no pudo remontar y perdió el segundo set por 3-6.
El tercer set fue toda una demostración del poderío irresistible del español que no dejó un instante de respiro al suizo. La victoria por 6-1, 6-3, 6-0 fue una de las más demoledoras en la historia de Roland Garros y la más corta desde 1977, cuando el argentino Guillermo Vilas arrasó al estadounidense Brian Gottfried por 6-0, 6-3 y 6-0Fue además la final más rápida desde 1980.
"Hubiera esperado conseguir más que sólo cuatro juegos, pero Rafa es muy, muy fuerte", dijo el suizo al público. "Ha dominado este torneo como quizá nadie excepto Borg, así que felicidades, Rafa". Y al igual que hizo en la última edición, Roger Federer prometió que volverá el próximo año para intentar llevarse la Copa de los Mosqueteros

Alemania rompe su mala racha


Alemania comenzó su andadura en la Eurocopa con firmeza derrotando a Polonia por 2-0 con una visible superioridad y unas fatales facilidades defensivas ofrecidas por su rival, que dio la impresión de ofrecer menos de lo que podría.
Un fuera de juego mal tirado y un error defensivo de los que cuestan cabezas terminaron con sendos goles de Podolski, el primero empujándola y el segundo reventándola. En ambas ocasiones tuvo que guardar para mejor ocasión una celebración ceremoniosa. Su origen polaco pesó tanto como su sentimiento alemán.
Presionando cada espacio y rebañando cada pelota, los polacos quisieron sentirse a la altura, pero en cuatro minutos se les desinfló un poco el globo cuando su defensa flojeó al tirar un fuera de juego y Ballack dejó absolutamente solo a Klose con muchos metros para pensar. Quizás demasiados, porque en lugar de culminar ante Boruc cedió muy pasado a Mario Gómez, quien no llegó a conectar en condiciones.
No aprendió Polonia de ese desajuste que pudo dar al traste con todo su ideario. A los veinte minutos les volvió a ocurrir lo mismo. Si en la primera ocasión, Klose penetró por la izquierda, esta vez fue por la derecha, cuando Bak salió a tapar a Mario Gómez, Zewlakow se quedó clavado y avanzó solo Klose con el pase de Gómez para que, esta vez sí, su asistencia a Podolski acabara en el 1-0.
A Alemania le hacía falta muy poco para enseñar los dientes y a Polonia le costaba horrores mirar a Lehmann. Tanto, que salvo disparos lejanos sólo lo hizo una vez antes del descanso, con un desmarque de libro de Zurawski aprovechando que los centrales miraban el balón para rematar demasiado cruzado.
Llegó la pausa y ahí un elemento para seguir el resto del torneo. Alemania tiene en punta a dos polacos (Podolski y Klose) y a un gaditano (Mario Gómez) y Polonia tiene a un brasileño: Guerreiro. Tan influida en su fútbol por el vecindario, pudiera pensarse que Polonia estaría encantada de jugar junto a Alemania. Al revés, Alemania vive feliz con polacos y austriacos, pues sólo faltan en el grupo los checos para tener a todos sus ahijados alrededor.
Ahí se notó horrores la entrada de Guerreiro. Ofreció cosas que Polonia no tiene, ni tuvo, y que no habitan en el fútbol alemán.
Entró Schwensteiger y le quitó la careta a un lateral infumable como Golanski, recuperando al borde del área y sirviendo a Klose, quien con todo a favor le pegó horrible pero permitió a Podolski pararse y fusilar a Boruc. Dos-cero y otra vez la celebración aplazada.
Pudo haber sentenciado antes Alemania, a quien sólo preocupó Guerreiro para vivir en total comodidad. Y viendo al previo Austria-Croacia, no se avecinan temores mayores al brasileño