domingo, 11 de abril de 2010

Clásico porteño

La atención del mundo futbolístico estará puesta, este sábado, en las alternativas que nos ofrezcan el Real Madrid y el Barcelona.
Lejos, muy lejos de ahí, se disputa otro clásico, menos glamoroso, menos esperado y menos místico. Santiago Wanderers contra Everton.
Sin mirar las posiciones en la tabla, creo que el cuadro de Viña del Mar el que llega mejor, anímicamente, a este partido. Si bien deberá jugar como forastero, el cuadro ‘Oro y Cielo’ ha disputado sus últimos partidos como local en Playa Ancha, debido a problemas con Sausalito. Ya sé acomodó en la cancha, derrotó a San Luis, Cobreloa y cosechó un punto con Santiago Morning.
Se dice que en los clásicos, no importa quién llega mejor, pero los ánimos en la ‘Ciudad Jardín’ están calmos luego del triunfo sobre los loínos y la renovación, por 3 años, de Don Nelson. Si eso no da confianza y estabilidad, ¿entonces qué?
Por otro lado, los dirigidos por Zucarelli luchan por encontrar un juego sólido. Viene de empatar contra San Felipe, partido que ganaban hasta el minuto 87’, no sabiendo mantener la ventaja.
Cierto es que en este tipo de partidos, juegan otros elementos, como la presión de la hinchada, los dirigentes, etc. Lo cierto es que veo mejor parado a los ‘guata amarilla’. Quizás el origen de estas líneas está parcializado por el amor a una camiseta, estoy siendo tan objetivo como pueda ser.
Es cierto, Wanderers tiene a jugadores como Gigena o López. También es cierto que, en Valparaíso, la hinchada verde se hace sentir y es un ambiente hostil para los ‘ruleteros’, pero Everton ha sacado adelante tareas más complicadas.
La presión, en este tipo de casos, juga un papel protagónico. Estamos de acuerdo, no es un Boca – River, Madrid – Barca o Inter Milán, pero, si se puede establecer un paralelo, este tipo de partidos tienen repercusión en muchos niveles. ¡Si incluso los jefes edilicios de ambas ciudades hicieron una apuesta!
Al ganar este tipo de compromisos, se descomprime la presión. Permite trabajar mejor en la semana y cosecha todo tipo de elogios y palabras de buena crianza durante la semana.
Pero si se pierde.. ¡Uff! Rumores de despidos, enojo de la hinchada, empieza el circo de las puteadas. Tal cual.
Es el tipo de partidos dónde hay que “trabar con la cabeza”. Yo soy un tipo medianamente sensato. No les pido que corran cada pelota como si fuera la última; no conmino a mis jugadores a golear y enamórame con un esquema de juego atrayente. Solamente pido disciplina, que se juegue lo mejor que puedan, que mantengan una filosofía dentro de la cancha, que la mojen y que ganen. Aunque sea ‘medio’ a cero.
Ojo con lo de la violencia en las barras. La última vez que presencié un Wanderers – Everton en Valparaíso, las hinchadas se dieron con todo; hasta con las butacas. Le recuerdo, amable lector, que el fútbol es solamente un juego. El más bonito, pero solamente un juego.
Que gane el más mejol.

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